miércoles, 16 de noviembre de 2011

Salinas...

Cinco de la mañana. Habíamos terminado de tocar en un pub de córdoba llamado "Barbus". Había sido un show largo, con mucha onda, ambiente, mucha gente. Y estábamos, 5 de la mañana, desarmando, guardando todo, y entre las cervezas que pasaban, se acerca una rubia tipo propaganda de quilmes. -"Hola, me prestás la viola?" -¿¿¿Qué??? le contesto porque, a esa altura, nunca me imaginé que esta mina tocaba la viola, y menos que iba a pedirnos la viola A LAS 5 DE LA MAÑANA. -Es que estamos con un amigo que tiene ganas de tocar un ratito, podés? -Emm, see, me esperás que desarmemos? Como tratando de que se olvide, se vaya y nosotros también...Se vá, y a los 5 minutos vuelve...-Mirá, estamos con Salinas esperando que nos prestes la viola, podrá ser?. Punto, parada al lado del escenario con cara de "¿cual es?". -Ya vá, flaca, (con un tono más arriba que el de ella, obvio)esperá que juntamos todo y te la doy. -Esta mina nos vá a romper las pelotas hasta que nos vayamos...le digo a Pablo (cantante, guitarrista, dueño de la ovation en cuestión). -Hacete el boludo y listo, juntamos las cosas y nos vamos, me dice Pablo, mientras le ponía la tapa al ambil de la consola.
A los 2 minutos y medio...aparece Pepe, el dueño de Barbus. -"Boludos, está Salinas, quiere tocar la viola un rato, podrá ser posible? -Quien es, es un amigote tuyo? -No, boludo, Luis Salinas, el guitarrista, el gordo, lo tenés????? -¡¡¡¡¡¿¿¿Salinas????!! Nooooo, no puede ser!!! Y la rubia, atrás de Pepe-Te estoy diciendo hace un rato que estamos con Salinas, nene!!!
Creo que hubo un forcejeo entre Pablo y yo para ver quien le llevaba la viola a Luis Salinas. Y ahí estaba, sentadito, con el resto de los músicos de su banda, esperando la viola...Saludos de rigor, hola, que tal,uy, que linda viola, y la catarata de notas a continuación. Creo que en total éramos ¿10 personas? Sentados en un simil vip de Barbus (en los silloncitos, en esa época no habían vips), Salinas se paseó literalmente por cuanto estilo se le ocurrió. Tango, jazz, folclore, boleros, bossa, un par de valsecitos, una que otra balada...Debe haber estado cerca de dos horas tocando. Lo que él quería. La música que se le antojaba ese sábado, madrugada del domingo, a las 5 y pico de la mañana.
Y así como empezó a tocar, a las dos horas de empezar, terminó un tema, se paró, -loco, deben estar cansados, nos vamos. Saludos, chau, un gusto, que buen momento, etc...Cargamos los equipos, nos fuimos.
Llegué a casa. Casi las 8 de la mañana. Me senté en la cocina, me preparé un café. La cabeza a mil. Todavía puedo, si cierro los ojos, ver los dedos regordetes de Salinas pasearse por el diapasón de la Ovation, y escuchar demasiada belleza para una sola noche.
Una de las tantas noches que la música me regaló...

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