sábado, 28 de agosto de 2010

Recuerdos

Y uno se dedica a vivir, nomás. y de repente, sin quererlo ni entenderlo, aparece ese atisbo de ganas de revivir algo que pasó. Y no tenemos ni la menor idea de porqué aparecen esas ganas, casi suicidas, de revivir cosas. Y tal vez nos prestemos a la situación, y busquemos desesperadamente aquella canción que nos traiga más cerca ese recuerdo. Y si es una foto mejor. Pero no. Una foto no. No hay forma de sostenerla. Una canción sí, está en los CD, en un cassette, en la compu. Inocentemente la escuchamos, poniendo cara de boludo, y si nos preguntan, estamos simplemente escuchando música. Y por dentro arrancándonos el alma recordando buenos tiempos. Y no es porque el tiempo que vivimos es malo. Somos así, un tango. Todo tiempo pasado fué mejor. ¿Fue mejor? Vaya uno a saberlo.
Y es bueno recordar. Porque nos recuerda que vivimos. Que la pasamos de puta madre o como el orto, pero la pasamos. Y eso sí que es nuestro y de nadie más. Los recuerdos, digo. Nadie ni nada nos puede quitar lo que vivimos. Ni lo que recordamos. Eso es así. Somos dueños, amos y señores de lo que recordamos. Y hasta podemos crear un universo paralelo donde cabe solamente lo que recordamos, lo que queremos recordar, y de la forma que más nos guste. Porque los recuerdos son como la plastilina, se pueden moldear a nuestro gusto y placer. Recordar lo bueno y descartar lo malo. Y hasta amar por siempre a alguien con la forma que se nos antoje. Es como el lugar donde todo se puede. Recordar hasta que se haga realidad. Realizar para poder recordar...

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